lunes, septiembre 04, 2006

El Espiritu del Lago

La primavera hizo su aparición en las tierras de Camelot, el mismo día en el que Thomas llegó al reino.
Parecía como si todas las flores hubieran esperado hasta entonces para estallar en un colorido espectáculo, lo que hizo que todo el mundo se alegrara con el espíritu de la Naturaleza, excepto Thomas.
Su atención se vió atraída por una extraña mujer que parecía estar hablando sola.
Al acercarse vió como su rostro se tornaba en un gesto entre asustado y receloso.

-¿Qué es lo que habéis venido a buscar?-le preguntó la mujer.
-Busco a la Dama del Lago, me han hablado de su gran sabiduría y necesito hacerle unas preguntas.
-Bien, la habéis encontrado.
Yo soy la Dama del Lago, pero me cuesta adivinar que respuestas puedo tener que tú no tengas ya.
- ¿Por qué no logro escuchar a mi corazón?
La Dama le respondió:
-En el centro del Lago existe una Isla. Sólo conseguiréis oír vuestro corazón cuando seáis capaz de escuchar el canto del ave que habita en sus bosques.
Y diciendo esto desapareció dejando una leve estela.
El joven se sentó en la hierva y contempló el horizonte, pero no vió nada diferente a lo que estaba acostumbrado: el cielo azul y el lago.
Decepcionado, caminó hasta un pueblecito cercano y preguntó sobre aquella Isla que no lograba ver.
-Eso fué hace mucho tiempo, le dijeron las gentes del lugar.
Un cazador mató el último pájaro que moraba en ella y desde entonces permanece sumergida.
Sin embargo aún cuándo no podamos ver la Isla, todavía escuchamos el triste canto del ave muerta.
El joven regresó al Lago y se quedó escuchando y mirando al horizonte. Pasó la tarde entera allí, pero sólo consiguió percibir el murmullo de la brisa.
A la mañana siguiente, volvió y el resultado fué el mismo.
Así pasaron muchos meses y comenzó a darse cuenta que de tanto oír el murmullo de la brisa, ya no se dejaba distraer por ella.
Poco tiempo después, se acostumbró también al sonido del bosque, al olor de las flores, a los zumbidos de los insectos...
Un año después de su conversación con aquella extraña mujer, aún seguía sin escuchar el canto del pájaro y la gente del pueblo le insistían:
-¡Nosotros lo oímos! Pero tú estás demasiado preocupado por oírlo, olvídate de ello y vuelve a tu hogar.
El joven pensó: " Tal vez estos hombres tengan razón, quizá todo esto sea una leyenda y el pájaro emitiera su último canto en el momento de su muerte. Tal vez mi corazón me haya abandonado."
Aquella tarde resolvió volver a su casa.
Se aproximó al lago para despedirse.
Contempló por una vez más la Naturaleza y como ya no estaba preocupado por intentar oír el canto de aquella misteriosa ave, pudo sonreír con la belleza del sonido del bosque, con el olor de las flores... y se sintió feliz por saber que pronto regresaría a su hogar.
El joven estaba contento y agradecido de estar vivo. Estaba seguro de que no había perdido el tiempo, pues había aprendido a contemplar la Naturaleza y entonces...oyó la primera nota. Y después otra, y otra más, hasta que esas notas sueltas se convirtieron el la más bella melodía que jamás hubiera escuchado y su corazón comenzó a latir de nuevo.
Cual no sería su sorpresa al ver de nuevo a la Dama del Lago rodeada de unos seres diminutos que correteaban y jugueteaban a su alrededor.
Ella, mirándolo con dulzura, le dijo:
-Los hombres tienen miedo de realizar sus mayores sueños, por que consideran que no los merecen o no van a conseguirlos.
Se mueren de miedo sólo de pensar en los amores que partieron para siempre, en los momentos que podrían haber sido buenos y que no fueron. Entonces, es el momento en que la mayoría de las personas desiste.
Los corazones están acostumbrados a hablar poco de estos sueños, por que los hombres ya no tiene interés en encontrarlos.
Así que dejan que la vida encamine a cada uno hacia su destino.
Desgraciadamente, pocos siguen lo que les dicta su corazón.
-¿Por qué los corazones no explican a los hombres que deben luchar por sus sueños?- replicó el joven.
-Por que entonces es el corazón el que sufre más. Y a los corazones no les gusta sufrir y van hablando cada vez más bajo, hasta que ya no es posible oírlos.
A partir de aquel día Thomas comprendió que su corazón tenía miedo de sufrir y le pidió que nunca más lo abandonara.

Se despidió amablemente de la Dama del Lago y continuó su camino.


Desconozco el autor, pero gracias a
Eni por recopilar la historia en su web.

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