sábado, abril 02, 2011

Un pirata embrujado en el Prado

El arte, se siente con el corazón. Hoy he saladado una de mis deudas conmigo mismo. Hoy mi barco, ha amarrado en el museo del Prado.

Este piratilla tenia que visitar a un amigo. Este amigo, como a mi, le encantan las brujas.

Era mi amigo desde hacía muchos años, pero nunca había ido a su casa. Estaba muy enfadado conmigo, pues se enteró que pasé junto a su casa el sábado pasado y ni siquiera paré a saludar.

Me quería presentar a dos amigas muy majas que vivían en la plata de arriba, que la verdad, son encantadoras. Él me había hablado mucho de ellas y muy bien y la verdad es que no he quedado decepcionado. Unas curvas ... una mirada ....puff, yo las raptaba y a navegar, pero me temo que ya tienen novio. También me había hablado de tres amigas muy graciosas que vivían en la misma planta, pero para mi gusto estaban mucho mejores las majas.

Sin embargo, esta vez no me había invitado solo ha hacer relaciones sociales. Necesitábamos ayuda, en le piso de al lado de mi amigo organizamos un aquelarre y necesitábamos a todos los brujos y brujas del lugar.

Al fondo de la sala, tras un cuadro, se habría una gruta, bajábamos por ella todos en procesión. La humedad calaba hasta los huesos. La primavera, con el Sol, la luz, las flores habían quedado atrás. En la superficie, y ahora nos adentrábamos en el corazón.

Oíamos los tambores, de los que habían llegado antes que nosotros. Paso a paso, el ruido de los tambores se hacía más y más fuerte. La luz, que emergía de diablillos danzantes de fuego que surgían de la hoguera, alrededor de la cual danzábamos todos. La danza dentro de la danza, danza loca, danza DANZA!!!

Todo giraba, y miles de imágenes pasaban ante mis ojos. Imágenes, imágenes, imágenes... y por cada imagen una sensación. Borracho de sensaciones, de visiones del placer, visiones del infierno, de la inocencia y de la crueldad.

Magia, aquél lugar era magia pura. Allí vi entre flashes mi barco encallado, vi las hordas quemar ciudades, al padre comiéndose al hijo, pero también vi el paraíso, vi las estrellas,

vi a Venus reina de la belleza mirandome... todo giraba, giraba, giraba, más imágenes e imágenes lo vi todo en un abrir y cerrar de ojos.

De repente se hizo la luz. Una explosión de color tiño la cueva de todos los colores y las imágenes de mi sueño fugaz allí aparecieron. El conjuro se había completado.

Salimos de aquel lugar, que al entrar pareció lúgubre y al salir, parecía una explosión de alegría y color.

Me despedí de mi amigo y me deseó buena suerte. Yo le prometí volver, así zarpó mi barco a por nuevas aventuras en busca del rumbo perdido.