Nasrudín estaba cansado de ser astrólogo de la corte. La tensión de saber que cualquier predicción errónea podía costarle la cabeza le convenció de buscar sucesor. Un día, llevó a su asno hasta el enorme trono cubierto de joyas.
-Majestad, no puedo seguir leyendo las constelaciones, porque he encontrado a un astrólogo mucho más cualificado que yo.-Dicho esto señaló, al asno.
-¿Cómo un burro asqueroso va estar más cualificado que tú?- preguntó el rey.
-Posee dos cualidades fundamentales que yo no tengo -contestó Nasrudín-: orejas lo suficientemente ridículas para escuchar interminables preguntas estúpidas, y una voz lo bastante absurda para poder responderlas.
1 comentario:
Eso me gustaría aplicarlo con mi jefe, jajajaja excelente muy ligero, pero también muy preciso felicidades te dejo un saludo, solo paseaba por la Web y me gusto tu blog, te visitare muy seguido ;) te dejo un saludo tu amiga de siempre Ale (alepce@hotmail.com)
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